Reuníanse en una pulpería tres o
cuatrocientos criollos y a veces muchos más, todos en buenos caballos, bien
aperados y luciendo sus mejores prendas. Los más conceptuados por su valor en
las peleas a cuchillo, los más forzudos en los trabajos de campo, los que
ostentaban mejores corceles y más relucientes chapeados formaban el centro de
aquella reunión y decidían pedir el pato al pulpero. El pato, un verdadero pato
casero y a falta de este palmípedo, un gallináceo cualquiera metido muerto
dentro de un saco de piel cerrado por cuatro manijas corredizas, constituía el
objeto sobre que se iba a probar la fuerza de los jugadores. Bien montados,
firmes en los estribos, agrupaban las ancas de los cuatro caballos y cada uno
de los jinetes agarraba con la diestra una de las manijas tomando las riendas
en alto con la mano izquierda, para no apoyarla en el apero.
La Taba
es un hueso astrágalo de la pata de la vaca, oveja, etc., llamado carnicol, en
castellano.
Juego procedente de España, la que a su vez, lo heredó de los griegos.
Consiste en tirar al aire una taba de vaca. Si al caer esta queda para arriba el lado cóncavo a cara, llamado suerte, se gana. Y si cae del lado opuesto, llamado culo, se pierde. Si cae de costado no hay juego.
Juego procedente de España, la que a su vez, lo heredó de los griegos.
Consiste en tirar al aire una taba de vaca. Si al caer esta queda para arriba el lado cóncavo a cara, llamado suerte, se gana. Y si cae del lado opuesto, llamado culo, se pierde. Si cae de costado no hay juego.
La riña
de gallos era una de las grandes diversiones públicas dentro del ambito de los
paisanos. El aficionado a la cría de estos animales de combate, los preparaba
con dedicación y trabajo y era practicamente el que se llevaba todos los
laureles
Este
deporte que se oficializó recién en el siglo XVIII, se cree que tuvo su primer
antecedente en el país en la provincia de Córdoba y fue Juan José Alvarado
quien lo creó en 1757, aunque pocas noticias se tienen de él.
Entre las cosas que hacen para divertir
a los huéspedes, la destreza en montar a caballo es la ostentación favorita de
un estanciero. Éste dispone que traigan unos cuantos potros sin domar y que los
metan en el corral, que es un círculo cerrado de fuertes estacas clavadas en el
suelo y atadas unas a otras con tiras de cuero; algunas veces son de tapias de
tierra o de piedra. Colocan una barra a una altura proporcionada en la única
entrada que tiene el corral, la cual es tan estrecha que no cabe más que un
caballo a la vez.
Fuente: http://www.tierradegauchos.com
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